viernes, 2 de diciembre de 2011

3 de Diciembre de 2011: Día cero del empoderamiento de las personas con Diversidad Funcional



(Ed. Diario Progresista, 3 de diciembre de 2011)

En los últimos años vengo percibiendo dos formas muy distintas de enfocar la discapacidad. La buena noticia es que ya empieza a hablarse abiertamente de políticas sobre discapacidad, lo malo es que, como suele pasar en este país, hemos dado un bandazo político. Me explicaré.

Una primera vía sería la protección o la defensa del débil. Consiste en defender el Estado del Bienestar sin plantearse más. Una especie de “haz el bien y no mires a quien”. Esta visión esta bien, pero la falta algo, la falta dar voz a quien se quiere ayudar.

Ante esto, como pasa en la política general, surge el discurso contrario, el discurso de: “Somos independientes y no queremos políticas asistenciales”. Esta visión aboga por ejemplo, como ya hizo en su día la corriente psicológica por la abolición de los manicomios, acabar radicalmente con las residencias.

En los últimos días, aprovechando que “el Pisuerga pasa por Valladolid”, los sectores neoliberales han utilizado este último discurso para decir: “Basta ya de discapacidad subvencionada”, “lo importante es el trabajo y la independencia. Mientras dicen esto, naturalmente, se disponen a coger las tijeras de podar el Estado del Bienestar. Lo peor es que, en los últimos días, se han sumado a esta consigna destacados dirigentes de las organizaciones de personas con discapacidad, como el Presidente del CERMI.

Bien, ahora voy yo y os propongo una tercera vía. Esta tercera vía consiste en el empoderamiento de las personas con diversidad funcional. Esta visión, parte de tres conceptos fundamentales:

1º.- La mejora de nuestro colectivo debe ser para todos sus miembros. No se debe caer, como dice el profesor Verdugo, en el “yocentrismo”. Claro que nosotros sabemos mejor que nadie que nos pasa, pero nuestro caso individual no es la generalidad.

2º.- No todas las personas con diversidad funcional somos iguales. Por lo tanto, la forma de vida no puede ser la misma.

3º.- La solución debe venir de nosotros y nosotras, si. Pero desde una visión global de colectivo.

¿Cuál es la salida que puede aglutinar estos tres puntos? El empoderamiento. Esto consiste en:

1º.- Dar poder a aquellas personas con diversidad funcional que puedan ejercerlo.

2º.- Que estas personas se ocupen de las necesidades de todo el colectivo.

De esta forma, las personas con diversidad funcional, pasaríamos a ser no solamente objeto de políticas, sino sujetos de las mismas. Pero para eso, tenemos que hacer un esfuerzo y desterrar la idea de que nuestro problema es el más importante, para pasar a pensar en los problemas de todo el colectivo.

Ahora, solamente nos queda tomar las riendas y hacer frente a una responsabilidad histórica que llevamos años evitando: Dirigir nuestro destino contando con todos.

Víctor Villar Epifanio.

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