jueves, 6 de octubre de 2011

DESDE LAS AFUERAS


(Ed. El Perdigón, 6 de octubre de 2011)

Parte I: Presentación.

Hace tiempo que vengo viendo lo inútil y cansino que es intentar hacer comprender algunos conceptos a la gente de Burgos desde dentro. Aún parece que resuenan en mis oídos las risotadas de caciques y demás “fuerzas vivas” de este mi amado y odiado pueblo, convirtiendo a la izquierda burgalesa en su mono de feria, cuando no en su mala imitadora.

Pues bien, en vez de seguir el juego a esta gente, o tirarme a la vía del tren, (cosa esta última que ya me sería más difícil que antaño, por cierto), he decidido reírme yo también. ¿Cómo voy a hacer tal cosa? Explico mi experimento.

Dado que estos señores se ríen de la izquierda y de sus zambombas y algarabías, yo les voy a devolver ese favor riéndome de las “quisicosas” de una derecha provinciana, más propia de una película de Berlanga que de una ciudad del siglo XXI. No, no me interesa quien hizo tal o cual cosa, ni su nombre, ni su vida privada. Me interesará comparar su actuación con la actuación de otras ciudades.

Pero vamos a ser justos, he hablado de derecha y así va a ser, como es normal, puesto que yo soy una persona de izquierdas. Pero quiero dejar claro que en esta sección mi objetivo no va a ser tanto el debate ideológico, no, ojalá, eso sería pasar de ciclo educativo de repente para esta ciudad. No, yo me centraré en las cosas básicas en una democracia: ciudadanía, convivencia, respeto, transparencia… En fin, las cosas que en otras ciudades intentan cumplirse o al menos se disimula cuando se carece de ellas.

Mi metodología será la observación y la comparación. Observación de distintas realidades y comparación con la realidad que veo vivo día a día. Debido a mi experiencia y situación vital, me centraré en temas más sociales, que es de lo que yo puedo hablar sin caer en error aprovechable en mi contra.

Por último. ¿Qué pretendo con esto? No pretendo ejercer de “mosca cojonera rabiosa” para regocijo de las personas criticadas y de mi úlcera sangrante, eso les gustaría ¿verdad?... Pues no, valoro mucho mi salud física y mental. Aquí me voy a reír yo, teniendo a mi favor una característica del buen burgalés, su orgullo. De tal modo que puedan pasar dos cosas: a) Que por vergüenza propia se empiece a actuar de otro modo. b) Que por orgullo burgalesista las úlceras no sean las mías, sino las del vecino, siendo yo el que me eche las risotadas. En ambos casos, resulta interesante el experimento.

Dicho esto, os invito a reír conmigo desde el próximo número del Perdigón. Esta vez con la lija puesta del otro lado, que hace menos daño. A mi no me va eso de ser un asperón, como dijo la folclórica: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”.


Víctor Villar Epifanio.