martes, 19 de octubre de 2010

ENTRE EL TRABAJO SILENCIOSO Y LA VENTA DE HUMO



En estos años que llevo asomándome a la política institucional, me he dado cuenta de que he entrado en una especie de tienda de coches de segunda mano norteamericana. No importa que vendas, sino venderlo bien. Para ello hay que aturdir y apabullar al cliente hasta que firme, sin saber bien lo que ha firmado en la mayoría de los casos.

Pues bien, lo siento, pero yo creo que no soy así, más que nada porque no puedo debido a mi discapacidad. Yo tengo que saber muy bien lo que estoy vendiendo y después explicárselo a la ciudadanía, despacio, sin ninguna prisa, sin espectáculos de luz y sonido, sin lacitos (en todos los sentidos), sin cámaras que hagan virguerías, sin escenarios futuristas; simplemente yo, mis ideas y la gente. Haciendo una comparación, digamos que yo no sería la Shakira, sino la Rosana de la política.

Yo añoro a aquellos “locos”, esos “locos” que se subían a un banco público o una caja vuelta del revés y conseguían la atención de miles de personas. ¿Cuál es la diferencia?, la respuesta es clara, tenían ideas y sabían como hacerlas llegar al público, creían lo que decían y hacían creer a quienes les escuchaban. ¿Cómo sino se explica que una clase trabajadora semianalfabeta de los suburbios de Londres, de los campos de Rusia, o de la España profunda, comprendiese ideas que ahora ni siquiera entiende mucha de la gente que se supone que las debe transmitir?

Que nadie se confunda, no estoy defendiendo una postura ludista en la política, solamente digo que no hay que perder de vista el contenido. Las redes sociales, los medios de comunicación de masas, las nuevas tecnologías, son un medio, no un fin en sí mismo.

Por todo esto, propongo un ejercicio a la gente que se dedica a esto, al menos a quien no lo haga. Sentaros en el mejor sillón de de vuestra casa, coged un papel en blanco, un bolígrafo y escuchad primero a vuestro corazón, más tarde a vuestro cerebro y escribid, más tarde ya repasaréis datos y bibliografía. Si no se os ocurre nada, dejad el papel, dejad el bolígrafo, encended la televisión y al día siguiente buscad un trabajo de ocho a tres. Este trabajo no es para vosotros y vosotras, dejad de engañaros y de engañar a la gente, seréis más felices.

En definitiva, si no queremos que la ciudadanía se comporte como tontos y tontas, no les tratemos como tal, no les vendamos humo. Ya comen comida basura y ven televisión basura; por favor, no les demos política basura.


Víctor Villar Epifanio.