jueves, 16 de junio de 2011

Gollum vs Sméagol, el Socialismo, el Mercado y la República



(Ed. Eco Republicano, 15 de mayo de 2011)

“El amo es bueno”, dice Gollum el extraño personaje del libro “El Señor de los anillos”. “No, el amo es malo, hay que matar al amo. Nos ha robado nuestro tesoro”, replica su alter ego malvado.


Algo así nos pasa actualmente en las filas socialistas. Las cuestiones a dilucidar, serían las siguientes: ¿Qué personalidad es la mala y cual la buena?, ¿quién es el amo?, ¿cuál es el tesoro? Bien, vamos allá.


En esta metáfora, el “amo” sería el mercado. Amo de la llamada “socialdemocracia” que, a mi juicio, poco o nada tiene ya que ver con el socialismo democrático, concepto que reivindico por ser más ajustado a mis ideales.


Este fenómeno de derechización de la socialdemocracia le podemos atribuir a dos causas principales: La interiorización del “determinismo pragmático” inculcado por la derecha después de la caída del muro de Berlín. Y la confusión moral de la izquierda en nuestro país. Me explico.


La primera cuestión, requiere poca explicación. Simplemente, que cuando un sistema es único su maquinaria de propaganda tiene muy fácil la tarea de convencernos de que no existe vida más allá de él. Si a esto unimos la necesidad de votos en una democracia de partidos y el miedo de algunos a perder su trabajo por defender sus ideas, vemos que nos hemos ido ajustando cada vez más a una “voluntad popular” mediatizada a su vez por los intereses. Esto, ha ido desprestigiando las ideas como “algo inútil que nos separa”, primando así los intereses y las necesidades inmediatas.


En cuanto al segundo punto, la confusión moral de la izquierda en nuestro país. Hemos pasado de la doble moral represiva de la derecha franquista, a creer que el destape y el mal gusto en algunos contenidos televisivos, por ejemplo, es el colmo de lo “progre”. Ya va siendo hora de madurar y volver a la moral de izquierdas, esa moral que nos hizo fuertes en su día. La moral del Sr. Pablo Iglesias. No encuentro mejores palabras para definir esta moral, que las de D. Carlos París, filósofo, Catedrático Emérito de Filosofía de la UAM y actual Presidente del Ateneo de Madrid (actualmente se presenta a su reelección); el Sr. París, en su artículo “La moral y la izquierda”, (Ed. Público, 10 de noviembre de 2009), dice:


“La moral de la izquierda, frente a la cómoda indolencia, exalta el trabajo y el esfuerzo, y lucha por recrearlos en una estructura social guiada por los trabajadores, por la ciencia y la creación renovadas. Es una moral prometeica, el titán que, frente a la tiranía de Zeus, arrancó el fuego a los cielos para traerlo a los humanos y crear la civilización. Y que soportó con heroísmo el sufrimiento de su condena, consciente de la grandeza benefactora de su obra.


Como Hércules, en la encrucijada entre el vicio y la virtud, debemos escoger nuestro camino entre las atracciones alienantes de la sociedad actual o la aspiración a una nueva historia. ¿Seremos capaces de elegir el camino más arduo, pero también más noble?”


Nuestra moral es interior y autocrítica, no exterior y farisaica como la de la derecha. Nuestra moral, consiste en el sacrificio por el prójimo, por el Hermano y la Hermana en esta gran Familia Humana, sacrificando parte de nuestro bienestar por el suyo.


Vayamos ahora al tema republicano, donde la doble personalidad de la militancia socialista llega al paroxismo. Por un lado, según he podido comprobar, la mayoría de la base del PSOE es abiertamente republicana; pero por otro lado, su dirección no se decide a declarar el Partido como abiertamente republicano. Esto se debe a otro mito de la democracia española, el “mito juancarlista”.


Se nos ha vendido “el burro” de que Juan Carlos I es el salvador de la democracia, que la Constitución que lo proclama Rey es lo mejor que hay y no se la puede tocar. De esta forma, si queremos cuestionar la institución monárquica, deberíamos ir contra un personaje mitificado por el pueblo español y contra una Constitución que se a vendido como el máximo exponente del diálogo democrático en este siglo. De ese modo, tanto en 1978 como hoy, la paz social se ha puesto como espada de Damocles, negándonos el cuestionamiento de la Constitución y de la monarquía que proclama en su Titulo II, “no se vaya a enfadar la derecha”. Esto, en parte por el miedo a perder votos y en parte por un cierto complejo de inferioridad de la izquierda. Es como si la propia izquierda se viese a sí misma desautorizada y falta de razones morales y éticas, cuando está cargada de ellas.


En el caso del cambio de modelo de Jefatura de Estado, la idea anteriormente mencionada se extiende a toda la población, es como si nos creyéramos lo que dijo en su día el dictador y nos viéramos como un país ingobernable, que necesita ser tutorizado “por su propio bien”. Esa idea ha calado en la gente, siendo la izquierda republicana el “adolescente desobediente y pesado”.


Con este panorama que hemos dibujado, podemos concluir que la militancia del actual socialismo está dividida, al igual que el siniestro personaje del Sr. De los Anillos entre la lealtad a sus amos (el mercado y la monarquía) y su tesoro: los ideales de democracia y socialismo.


No nos creamos la mentira determinista de que todo está escrito, de que no es posible otra cosa, de que defender nuestras ideas es caer en el “fundamentalismo sectario”. Yo digo ¡NO! Reivindico mi derecho a pensar, a expresarme. En definitiva, a ser ciudadano y no siervo.


Ahora os toca a vosotras y vosotros decidir que parte es la buena y cual la mala.




Víctor Villar Epifanio