miércoles, 4 de agosto de 2010

¿VER LA POLÍTICA COMO UNA PROFESIÓN ES ALGO MALO?


Esta es la pregunta que se hacen tanto a los partidos políticos, como la ciudadanía en general. Y es lo que aquí intentaremos dilucidar.

Antes de de seguir, aclararé que creo que la persona es un ser político y como tal no solamente los cargos orgánicos y públicos de los partidos políticos hacen política, sino que, en mi opinión, hay distintos grados de política, distintas formas de hacer política. Me explico.

En un primer nivel estaría la política personal, las pequeñas acciones que cada persona puede hacer para influir en la sociedad, acciones tales como: reciclar, escribir cartas al Director, llevar un blog, participar en redes sociales, etc, etc…

En un segundo nivel estaría la acción política en organizaciones sociales. En las sociedades occidentales actuales, esta forma de participación política está cada vez más organizada y profesionalizada en las grandes plataformas de diferentes colectivos sociales. Estas grandes plataformas, constituyen lo que se llama el tejido asociativo de una ciudad, Comunidad Autónoma, Estado o País. La máxima expresión de esa forma de participación social sería lo que en EE.UU. se llaman Lobbys Sociales, a lo que se unen otro tipo de Lobbys, como los Lobbys empresariales y, en mi opinión, el llamado cuarto poder, los medios de comunicación.

En un tercer nivel estarían los cargos públicos y, en segunda línea, los cargos orgánicos de los partidos. Aquí es donde me quiero detener para exponer la hipótesis de este texto, en esa segunda línea que no se ve, pero es quien decide quien está o no está en primera línea. Para centrar el tema, haré una pregunta: ¿Qué empresario/a mantendría en su puesto de trabajo a un trabajador/as más de cuatro años sin conseguir los resultados esperados de él o ella? Me vuelvo a explicar.

Nuestro sistema electoral, en la mayoría de elecciones, excepto las del Senado que se pueden marcar varios candidatos, es un sistema del listas cerradas. Esto quiere decir, que son los partidos quienes confeccionan estas listas y por lo tanto quienes hacen la “criba” entre sus afiliados/as y afiliadas. Para hacer un poco de pedagogía política, para quien no esté metido en ningún partido, explicaré a grandes rasgos como es el proceso, al menos en los grandes partidos.

Para empezar, para presentar una candidatura, hace falta un aval de un tanto por ciento de los/as compañeros/as o ser propuesto por el Comité o órgano que corresponda según el ámbito electoral (municipal, autonómico, estatal o europeo).

Una vez pasada esa fase, cada candidatura (en el caso de haber varias), confecciona sus listas y se vota en Asamblea, quedando una sola lista.

Pues bien, una vez explicado esto, mi propuesta es que los partidos fijen objetivos para sus candidatos/as. Yo no digo que no se pueda fijar la política de partido o institucional como una profesión como otra cualquiera, es más, me parece una profesión tan digna o más que cualquier otra. Lo que digo, es que se trate al político/a como a cualquier trabajador/a.

Los partidos, al igual que las empresas, saben, (o deberían saber), que objetivos se quieren alcanzar en cada área en el plazo de cuatro años y saben que personas se encargan de cada área. Por lo tanto, solamente es cuestión de comparar objetivos, con resultados y tomar las medidas oportunas.

Mi conclusión sería la siguiente: No creo que el ser político/a profesional sea malo, lo que falla es el control de resultados. Un mayor control de resultados, incentivaría mayor esfuerzo entre los/as políticos/as profesionales.

Este descontrol es debido, en mi opinión, al sociograma de un partido, o lo que es lo mismo, a la red de relaciones personales e intereses que se teje dentro de un partido, que a veces impide tomar decisiones según los resultados. Habrá que intentar mejorar esto, aunque debido a que todos/as somos humanos, quizás lo mejor sería contar con ello y controlarlo.

¿Vosotros/as que opináis?


Víctor V. Epifanio

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